Si los planeswalkers fueran polillas, Zendikar sería una luz feroz y cegadora.
Todo en Zendikar es peligroso. El mundo parece estar intentando matar a sus propios ciudadanos, ya sea con monstruos, peligros naturales o trampas puestas para los descuidados. Todo en el plano es precario, impredecible, o simplemente letal. El mundo parece hacer lo posible por proteger sus tesoros únicos, tanto los tesoros literales como el más buscado y más efímero: su maná.
Al igual que en otros planos, las tierras de Zendikar fluyen con maná que los magos usan para potenciar sus hechizos. Sin embargo, Zendikar es hogar de un maná "primitivo". Este maná es como un hechizo y parece como si estuviera vivo para quien lo usa. Ha ocasionado que Zendikar sea un mundo dinámico que crepita con efectos mágicos intensos. A veces el mar escupe un géiser de agua elemental que forma islas flotantes; los picos de las montañas se doblan para aplastar a quienes las escalan; los bosques alteran su propio flujo de gravedad y patrones de crecimiento.
Para los planeswalkers, este maná único es un premio irresistible. Para la mayoría de la gente de Zendikar, los planeswalkers son criaturas tontas hambrientas de poder que arriesgan su vida para conseguir un premio evasivo y poco confiable.
Grandes y misteriosos, los edros de piedra habitan el plano. Son los restos de una civilización extraña y antigua que tenía un poder arcano inimaginable, suficiente como para suspender la gravedad, levantar la misma tierra y cambiar la vida en el plano para cumplir sus propósitos. Pero hace mucho esa civilización colapsó por razones conocidas por pocos. Ahora esos restos están diseminados por todo Zendikar, algunos enterrados en la tierra, algunos lentamente desgastándose en la superficie, algunos todavía en el cielo. Estas ruinas y artefactos todavía emanan poder, aunque la mayoría de los habitantes del plano sabe que no deben molestarlos.
El maná único de Zendikar, los edros y su propia ecología feroz se combinan para formar un terreno errático sujeto a violentos e inesperados cambios. La misma tierra parece estar viva, y su superficie y vida vegetal a veces se retuerce como de dolor, causando caos tectónico, climas extremos y destrucción súbita. Toda esta volatilidad se conoce colectivamente como "la Turbulencia".
Para las criaturas pensantes de Zendikar, la Turbulencia es simplemente un fenómeno natural, al igual que tantos otros. Para los planeswalkers, es obvio que esta volatilidad es lo que mantiene a Zendikar peligroso y salvaje, libre de grandes ciudades, comercio desarrollado y otras delicias de la vida civilizada. Zendikar es indómito... y tal vez sea indomable.
Todo en Zendikar es peligroso. El mundo parece estar intentando matar a sus propios ciudadanos, ya sea con monstruos, peligros naturales o trampas puestas para los descuidados. Todo en el plano es precario, impredecible, o simplemente letal. El mundo parece hacer lo posible por proteger sus tesoros únicos, tanto los tesoros literales como el más buscado y más efímero: su maná.
Al igual que en otros planos, las tierras de Zendikar fluyen con maná que los magos usan para potenciar sus hechizos. Sin embargo, Zendikar es hogar de un maná "primitivo". Este maná es como un hechizo y parece como si estuviera vivo para quien lo usa. Ha ocasionado que Zendikar sea un mundo dinámico que crepita con efectos mágicos intensos. A veces el mar escupe un géiser de agua elemental que forma islas flotantes; los picos de las montañas se doblan para aplastar a quienes las escalan; los bosques alteran su propio flujo de gravedad y patrones de crecimiento.
Para los planeswalkers, este maná único es un premio irresistible. Para la mayoría de la gente de Zendikar, los planeswalkers son criaturas tontas hambrientas de poder que arriesgan su vida para conseguir un premio evasivo y poco confiable.
Grandes y misteriosos, los edros de piedra habitan el plano. Son los restos de una civilización extraña y antigua que tenía un poder arcano inimaginable, suficiente como para suspender la gravedad, levantar la misma tierra y cambiar la vida en el plano para cumplir sus propósitos. Pero hace mucho esa civilización colapsó por razones conocidas por pocos. Ahora esos restos están diseminados por todo Zendikar, algunos enterrados en la tierra, algunos lentamente desgastándose en la superficie, algunos todavía en el cielo. Estas ruinas y artefactos todavía emanan poder, aunque la mayoría de los habitantes del plano sabe que no deben molestarlos.
El maná único de Zendikar, los edros y su propia ecología feroz se combinan para formar un terreno errático sujeto a violentos e inesperados cambios. La misma tierra parece estar viva, y su superficie y vida vegetal a veces se retuerce como de dolor, causando caos tectónico, climas extremos y destrucción súbita. Toda esta volatilidad se conoce colectivamente como "la Turbulencia".
Para las criaturas pensantes de Zendikar, la Turbulencia es simplemente un fenómeno natural, al igual que tantos otros. Para los planeswalkers, es obvio que esta volatilidad es lo que mantiene a Zendikar peligroso y salvaje, libre de grandes ciudades, comercio desarrollado y otras delicias de la vida civilizada. Zendikar es indómito... y tal vez sea indomable.
Miér Dic 26, 2012 1:16 pm por Punky
» vendo magic
Lun Dic 03, 2012 12:52 pm por gato28
» hola hola.........................
Vie Nov 23, 2012 11:51 am por gato28
» Buenas tardes!!
Jue Nov 22, 2012 9:45 am por Haerion
» Hoy es de vez en cuando.
Miér Nov 21, 2012 9:46 pm por Mons damian_ga
» torneo neuquen
Jue Jun 28, 2012 5:25 pm por Punky
» Cartitas de Mauro
Miér Feb 08, 2012 8:54 pm por Punky
» PACUANDO LA BRONCA
Dom Ene 22, 2012 11:44 pm por Punky
» SaludosssS!!
Lun Ene 02, 2012 8:54 pm por Punky